El Cañón del Colca es uno de los espectáculos naturales más grandiosos de Suramérica. Todo el Valle del Colca es impactante. No en vano, el Premio Nobel de Literatura peruano, Mario Vargas Llosa lo denomina el Valle de las Maravillas. No es sólo el espectáculo natural del cañón, sobrevolado por la mayor colonia de cóndores de los Andes, sino también la riqueza arquitectónica y etnográfica de su docena de pueblos, que viven anclados en el pasado. En ellos se aprecia perfectamente la estructura creada por el Virreinato del Perú para agrupar a las poblaciones indígenas.
Todos conservan imponentes iglesias coloniales con magníficas obras del arte virreinal. Todos presididos por las grandes y amenazantes cumbres volcánicas de la Cordillera Andina. Uno de estos volcanes, el Sabancaya, nos recuerda el inmenso poder de la naturaleza, emitiendo cada pocos minutos una amenazante columna de humo que demuestra su actividad y recuerda el terrible poder de la naturaleza.
El río Colca nace a 4750 metros. Después de serpentear por el altiplano y alcanzar Chivay, la capital del Valle, se adentra en los acantilados del cañón. Cerca de Cabanaconde la profundidad del cañón llega a los 4000 metros convirtiéndose en el más profundo del mundo. En todo el recorrido el Colca va encajonado entre dos grandes cadenas de volcanes. Después de unos 130 km confluye con otros ríos andinos para acabar desembocando en el Pacífico. Las aguas del Colca realizan así un trayecto de alrededor de 450 km desde su nacimiento hasta el Océano.
El nombre del Valle del Colca parece derivar de la denominación de los dos pueblos que habitaban esos lugares desde tiempos remotos: los collaguas y los cabanas. Otros dicen que proviene de los graneros, colcas en quechua, donde se almacenaban las cosechas en la estación lluviosa. Los collaguas, que siguen poblando las partes altas del valle, hablan aymará y dicen ser hijos del volcán Collagua, mientras los cabana, que residen en los alrededores de Cabanaconde, hablan quechua y afirman provenir de las profundidades de la montaña Huaca-Huaca.
Gentes: Collaguas – Idioma: aymará – Procedencia: Volcán Collagua
Gentes: Cabanas – Idioma: quechua – Procedencia: Montaña Huaca-Huaca
Probablemente proceden respectivamente de las culturas Tihuanaco y Huari. Ambos pueblos han convivido bien aunque sin mezclarse. Incluso para tener bien claro su pertenencia étnica practicaban antiguamente una deformación craneana diferente. Hoy se distinguen por sus trajes. Tanto collaguas como cabanas viven fundamentalmente de la agricultura, gracias a la fertilidad aportada por las tierras volcánicas que cultivan en terrazas.
Es curioso que esta situación se repita por innumerables valles del Perú, Bolivia e incluso en las regiones altiplánicas de Chile y Argentina, donde convive pueblos quechua-parlantes; aymará-parlantes; y también pueblos bilingües e incluso trilingües con el español en todos los casos como lingua franca.
La puerta de entrada al Valle del Colca es Arequipa. Desde allí salen cada día decenas de furgonetas cuyo principal destino es el Mirador del Cóndor. En la práctica este es el único medio de transporte. Hay autobuses que hacen el trayecto Arequipa-Chivay pero son muy lentos y poco útiles para visitar el valle.
Se puede reservar una excursión de ida y vuelta en un día. Hay que madrugar mucho (se suele salir alrededor de las 5 mañana) porque a pesar de que la distancia al Cañón del Colca es de poco más de 150 km, la carretera es sinuosa y se tardan entre 3 y 4 horas en llegar. La otra opción, mucho más aconsejable, es contratar una excursión de dos días y pasar al menos una noche en el Valle del Colca
Los Incas en el Valle del Colca
En el año 1450 Túpac Inca Yupanqui conquistó la zona y convirtió Coporaque en la capital administrativa. Las leyendas de los tiempos incas han perdurado en los pueblos hasta nuestros días. Sin embargo, su dominio fue efímero. Menos de 100 años. En 1535 los españoles ya se habían adueñado del valle y habían creado las encomiendas preceptivas.
El Virreinato del Perú
Entre 1542 y 1821 se sucedieron 40 virreyes en Perú. La magnífica estructura administrativa y judicial permitió una explotación de los recursos naturales muy lucrativa y proporcionó una paz y estabilidad a la región de la que nunca había disfrutado anteriormente. El inmenso virreinato abarcaba la mayor parte de Sudamérica, desde Panamá al Cono Sur. Sólo quedaban fuera Venezuela, las Guayanas y Brasil. En el siglo XVIII, el Virreinato perdió gran parte de sus territorios con nuevas estructuras administrativas que se desgajaron del mismo. En 1717 los territorios del norte de Perú para crear el Virreinato de Nueva Granada y en 1776 los territorios del sur para crear el Virreinato del Río de la Plata. Aún así el Virreinato del Perú siguió siendo el más importante de Sudamérica y Lima la capital más flamante del continente.
Los comienzos fueron difíciles. El primer virrey, Blasco Núñez Vela, fue asesinado por Gonzalo Pizarro. El crimen no quedo impune. Carlos I envió a Pedro Lagasca con el título de «El Pacificador» para restaurar el orden. Gonzalo Pizarro fue ejecutado por su crimen contra la corona en Cuzco en 1548.
Pero el virrey más influyente en la larga historia del virreinato fue, sin duda, Francisco Álvarez de Toledo. Nacido en Oropesa (el Palacio construido junto al castillo donde el nació, hoy está convertido en Parador), sirvió como uno de los hombres de confianza de Carlos I de España hasta su muerte, acompañándole en sus viajes por toda Europa y adquirió experiencia en la administración en los más variados puestos. Cuando llegó a Perú era de los hombres con mayor formación de su tiempo. En los 11 años que ejerció el cargo como 5º virrey (1569-1581) organizó los órganos de gobierno y las estructuras administrativas, potenció las comunicaciones y otras obras públicas, favoreció la creación de hospitales y escuelas, trató de facilitar la explotación de los recursos naturales y comenzó los censos de población para organizar los tributos. Fundó las reducciones, pueblos en que agruparon a los indios, y estableció la mita, un sistema de trabajos comunales originario de los incas que permitía cobrar los tributos en forma de mano de obra pública. Gracias a la mita se levantaron iglesias, se facilitó la explotación de las minas y se pudieron construir los caminos que necesitaba el Imperio. Claramente el sistema favorecía a los españoles y permitió en ciertos casos abusos contra los indios pero mejoraba ostensiblemente la estructura anterior de encomiendas y comparado con otras organizaciones creadas por los demás países occidentales en estos siglos era mucho más beneficiosa para la población aborigen.
El grueso de la estructura administrativa y de ordenación del Imperio estaba creado cuando Francisco Álvarez de Toledo abandonó el Perú. Los sucesivos virreyes continuaron su labor mientras las órdenes religiosas se encargaron de evangelizar y alfabetizar a los indios.
El Virrey, afanado viajero, recorrió el Virreinato a caballo, convirtiéndose probablemente en el personaje mundial del siglo XVI, que más territorios había recorrido en su vida.
El Valle del Colca es uno de los mejores lugares para observar las reducciones indias creadas en el virreinato con el fin de facilitar su administración y su evangelización. Todos los pueblos tenían su plaza de armas, su iglesia y su ayuntamiento. Y así han llegado prácticamente hasta nuestros días porque el tiempo parece haberse detenido en aquellos pueblos.
Las Minas de Plata y la Crisis del Virreinato
El virreinato alcanzó su apogeo en el siglo XVII. La minería tuvo mucho que ver en el poderío económico del virreinato. Así, en 1626 fueron descubiertas minas de plata en Caylloma y la vida del Valle del Colca cambió por completo. La extracción del mineral con la tecnología punta de la época atrajo a nuevos pobladores y los pueblos se desarrollaron considerablemente. Las minas llegaron a ser una de las más rentables del Imperio y actualmente, algunas de ellas, continúan siendo explotadas.
Tras el agotamiento de la minería a finales del siglo XVII se produjo un cierto estancamiento económico. La pérdida de territorio con los nuevos virreinatos significó también una reducción de su poderío económico. Por último, a finales del siglo XVIII, comenzaron algunas insurrecciones. La más importante fue la de Túpac Amaru II, que puso en pie de guerra a unos 60.000 indígenas a favor del reconocimiento de sus derechos. La rebelión fue sofocada pero su ejemplo sirvió para los movimientos de liberación del comienzo del siglo XIX. Aunque esa es ya otra historia.
Arte en el Virreinato
El arte floreció durante el virreinato. Un fenómeno único que no ocurrió en ningún otro territorio de expansión de los países europeos. En el siglo XVI son los pintores y arquitectos provenientes de España e Italia los auténticos protagonistas. Triunfa el estilo manierista. Los artistas indígenas asimilan pronto las formas, el contenido y la técnica de la pintura ibérica. Realizan lienzos de gran frescura y alegría pero tenían prohibido firmar sus cuadros. El objetivo principal del arte era la evangelización.
En la segunda mitad del siglo XVII y XVIII florece el barroco bajo la influencia de las escuelas sevillana y flamenca. Lima y Cuzco se convierten en los grandes centros de producción artística. La Escuela de Cuzco consigue un renombre universal. En la ciudad llegan a existir más de 1000 talleres de pintura y escultura. Desde allí se exportaban obras a toda Latinoamérica, Filipinas y España. Dos maestros brillaron con luz propia: Diego Quispe Tito y Basilio de Santa Cruz Pumacallao. Con el paso del tiempo se fueron añadiendo características mestizas a las obras que no afectan sólo a la iconografía sino también a la composición de las obras. Se crea así el llamado barroco mestizo que se prolonga durante todo el siglo XVIII y que es el estilo que más frecuentemente se puede ver en todos los lugares del Perú.
En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con exactitud todos los lugares de los que se habla en el artículo. Podéis usarlo para llegar hasta ellos fácilmente y para seguir el itinerario propuesto que incluye los lugares más representativos de la ruta entre Arequipa y el Cañón del Colca.
Las excursiones al Cañón del Colca suelen empezar a primera hora de la mañana en Arequipa. Si se pretende ir y volver en el mismo día hay que madrugar mucho pero lo ideal es pasar al menos una noche en el Cañón y tomarse las cosas con calma. Los lugares a visitar verdaderamente lo merecen.
El Valle del Colca está muy alto. Chivay, la capital, se encuentra a 3635 metros pero para llegar hasta allí hay además que pasar por el Puerto de Patapampa de 4910 metros. Así que más vale ir abrigados porque allí arriba por mucho sol que haga el frío te hiela el alma. No debemos olvidar tampoco el protector solar y el mate de coca, que puede ayudarnos a combatir el mal de altura, conocido por estas tierras como soroche.
El Mal de Altura o Soroche se produce por la falta de adaptación del organismo a la falta de oxígeno debido a la alta presión atmosférica característica de las mayores altitudes. Los síntomas suelen aparecer generalmente por encima de los 2500 metros. Cuanto mayor es la altura y más rápido es el cambio de altitud más grave puede ser el trastorno. Los síntomas afectan a las personas que viven por debajo de los 1000 metros y, contrariamente a lo que la gente cree, son más frecuentes en personas por debajo de los 50 años. Un buen estado físico no previene la aparición del mal de altura. Las personas con enfermedades cardiacas o pulmonares pueden tener problemas más serios. Se suele manifestar con cefalea, mareo, falta de apetito, cansancio, nauseas-vómitos, nerviosismo y trastornos del sueño.
Los 5 consejos básicos para prevenirlo son:
Aclimatación, es decir, ascender de forma lenta. Está es la principal recomendación. En vez de trasladarse en avión desde Lima a los lugares de mayor altura (por ejemplo, Cuzco o el Lago Titicaca) vale la pena hacer una parada en lugares de altura intermedia por 2 ó 3 días (por ejemplo Arequipa) para graduar la ascensión. Beber abundantes líquidos. Al menos 3 litros de aguas o infusiones al día. Evitar beber alcohol Evitar comidas copiosas y con excesivas grasas. Aumentar el consumo de hidratos de carbono, principalmente verduras, cereales y frutas. Descansar. Dormir al menos 7-8 horas al día y evitar esfuerzos al menos los primeros días en que se está a grandes alturas. Mascar hojas de coca, chupar caramelos de coca o beber infusiones de coca. La coca se ha usado desde muy antiguo para este fin aunque su utilización está muy controvertida en recientes trabajos científicos. Parece tener principalmente un fuerte poder de sugestión.En algunos casos, especialmente si se ha experimentado previamente el mal de altura, puede estar indicado utilizar algún fármaco. Consultar al médico de familia.
Reserva Nacional de Salinas y Agua Blanca
Al salir de Arequipa la carretera asciende con una fuerte pendiente dejando al norte los volcanes Misti y Chachani. La fértil campiña arequipeña deja pronto paso a un paisaje desértico. Tras ascender alrededor de mil metros, a la altura de un pequeño villorrio conocido como Pampa de los Arrieros, el paisaje vuelve a cambiar radicalmente. La carretera se adentra en una meseta alfombrada de un verde pálido. Grandes matas de hierbas cortas y tupidas (ichu) combinadas con pequeños matorrales y turbales de musgo verde. Se trata de la puna, el paisaje de alta montaña propio del área central de la Cordillera Andina. En esta zona, más húmeda que en otros lugares de los Andes, aparecen pequeñas lagunas formando un paisaje natural único conocido como la Reserva Nacional de Salinas y Agua Blanca. Un paisaje virgen a escasos kilómetros de la civilización.
La inmensa meseta está rodeada por volcanes, auténticos guardianes de un lugar extraordinario. En este paisaje sobrecogedor, generalmente bajo un cielo azul intenso, son fáciles de descubrir grandes rebaños de alpacas pastando tranquilamente y vicuñas salvajes, mucho más gráciles y asustadizas. Más suerte hay que tener para poder ver vizcachas, unos roedores en peligro de extinción que se ocultan entre los matorrales. Hay que bajarse del coche a contemplar el espectáculo sin prisa, entre otras cosas porque los 4000 metros de altura no permiten correr con facilidad. La escena de los rebaños de camélidos pastando por la puna es una de las imprescindibles en la naturaleza del Perú y los Andes.
En las curvas de la carretera pequeños montoncitos de piedras, apachetas, constituyen las ofrendas que los dispersos habitantes de la zona hacen a los apus, las divinidades de las montañas. Aisladamente surgen pequeños grupos de cabañas, habitadas por pastores que ahora ganan más dinero ofertando sus prendas de alpaca, tejidas artesanalmente, a los turistas.
Puerto de Patapampa
Vizcachani es un lugar perdido en la meseta donde la carretera se bifurca para Puno y Chivay. El puñado de casuchas de adobe es un buen lugar para hacer una parada y dar un último vistazo a la Reserva de Salinas. Un par de restaurantes básicos ofrecen la posibilidad de hacer una comida frugal. Desde aquí la carretera vuelve a ascender, en un paisaje progresivamente más desértico, hasta llegar al Puerto de Patapampa que divide la Reserva de Salinas y el Valle del Colca.
El Mirador de los Andes se encuentra a pocos metros del Puerto, exactamente a 4910 metros de altitud. Los desérticos alrededores aparecen curiosamente sembrados de miles de apachetas colocadas por los viajeros que pasan por aquí. El mirador ofrece una de las estampas más sobrecogedorasde los Andes. Se divisan claramente los 7 volcanes más altos de la zona. Los dos primeros son viejos conocidos de Arequipa, el Misti, la cumbre solitaria cónica de 5.822 metros, y el Chachani, con cuatro cumbres de poco más de seis mil metros; el tercero es el Ampato, el volcán en el que se encontró la momia de Juanita, cuya altura de 6.288 metros lo convierte en la cumbre más alta de esta zona de los Andes; el cuarto es el Sabancaya, que desde sus 5.976 metros emite cada pocos minutos una colina de humo amenazante; el quinto es el Hualca Hualca, la montaña sagrada de los cabana que mide 6.025 metros; el sexto es el Ubinas con 5.672 metros; y por último, el Mismi, cuyos 5.597 metros sirven de nacimiento al mismísimo Amazonas. Difícil ver tantos enormes volcanes juntos.
El Valle del Colca y las Antiguas Reducciones del Virreinato
Desde el Puerto de Patapamba hay que descender 1200 metros hasta Chivay. La serpenteante y vertiginosa carretera nos depara un nuevo cambio de paisaje en cuanto llegamos al valle. El desierto cede paso a las tierras cultivables, la mayoría de ellas explotadas en bancales para evitar la fuerte pendiente. El arco de entrada a Chivay marca la frontera de la Reserva del Valle del Colca. Junto al arco hay una caseta donde se cobra la entrada. La tarifa es de alrededor de 20 EUR por persona. No es barato pero la entrada incluye la visita todos los atractivos turísticos del valle y es válida para una estancia de hasta 7 días. Supuestamente, además, el dinero revierte en beneficios económicos para las comunidades indígenas.
Chivay ejerce de capital del valle. Es, con mucho, la población más grande y el mejor lugar para avituallarse si se quiere hacer alguna excursión por los alrededores. En los pueblos salta a la vista su plano en damero con un gran espacio central, la Plaza de Armas, donde se encuentra la iglesia y los principales edificios administrativos. Así se trazaron las reducciones en época del virreinato y apenas ha habido modificaciones con el paso de los siglos. La gente viste sus coloridos atuendos típicos que incluyen vistosos sombreros y no es infrecuente que en las plazas haya bailes tradicionales interpretados para los viajeros que andan por el valle. Todo un espectáculo pasear por las calles. El tiempo parece en muchos aspectos detenido en estos lugares. En esencia el modo de vida ha sufrido pocos cambios con el paso de los siglos.
El ajetreo de Chivay es algo inusual en la vida del Valle del Colca, donde los pueblecitos son verdaderos remansos de paz y el silencio sólo parece quebrarse los días de mercado. En las grandes Plazas de Armas se yerguen las iglesias del llamado estilo barroco mestizo. Los edificios, de un blanco reluciente, parecen desproporcionados con los tamaños y la pobreza características de estos lugares. Las iglesias, antaño abiertas todo el día, tienen horarios restringidos porque en los últimos años ha habido robos en muchos de los templos. Y es que los interiores sorprenden aún más que el exterior: Retablos barrocos cubiertos de pan de oro, hermosos cuadros de la Escuela Cuzqueña, santos y vírgenes ataviados con los trajes típicos… Resulta imprescindible visitar al menos las iglesias de Corporaque, Yanque y Maca para poder hacerse una idea de la vida en los pueblos y del esplendor de estos templos.
Entre los pueblos se extiendenlos terrenos cultivados en bancales a ambos lados del río. Más allá las grandes montañas de casi 6000 metros. Un espectáculo único. La actividad volcánica ha producido cientos de surgentes de aguas termales. Algunas se han convertido en piscinas en las que es difícil resistirse a darse un baño a más de 3500 metros de altitud. Casi todos los pueblos y muchos hoteles disfrutan de estas piscinas de aguas termales. Si estáis alojados en un hotel sin aguas termales y queréis ir a unas piscinas municipales os recomiendo las de Yanque, que suelen estar más cuidadas y menos concurridas.
Lo ideal es dormir en un hotel un poco apartado de los pueblos. No para gozar de mayor tranquilidad sino porque cuando la noche está despejada el espectáculo del cielo es grandioso. Si os gusta la astronomía podéis visitar el Observatorio Astronómico de Chivay situado en el Hotel Casa Andina (18:30-21:30). Luis y Edgar tienen buenos telescopios y muchas ganas de entretener.
Mirador del Cóndor
El Mirador del Cóndor, situado a 50 km de Chivay, es el sitio ideal para ver uno de los grandes espectáculos de la naturaleza, el vuelo del cóndor. Las salidas hacia el Mirador deben hacerse a primera hora de la mañana, entre las 6:00 y las 6:30 ¿Para qué? Los cóndores madrugan y hay que coger un buen sitio de observación.
Frente al Mirador del Cóndor se abre un precipicio de más de 1200 metros. Uno de los lugares más profundos del Cañón del Colca. Por encima, nada menos que el Volcán Mismi, lugar de nacimiento del Amazonas. Hay que coger sitio y esperar. No siempre hay suerte pero lo normal es que cuando el sol empieza a calentar, a eso de las 8:00, alguno de los 40 cóndores que habitan por aquí inicie su jornada de vuelo y entonces asistiréis a una función única.
El Cóndor de los Andes
El cóndor andino es uno de los animales simbólicos del Perú. Para los incas representaba el supramundo. No es extraño porque esta enorme ave, una de los más grandes del mundo, pesa hasta 15 kg y llega a tener una envergadura de 3 metros con las alas extendidas. Incluso con sus grandes alas el cóndor necesita una ayudita para volar. La obtiene de las corrientes térmicas, de ahí que vivan fundamentalmente en los profundos cañones de los Andes. Los cóndores pertenecen a la familia de los buitres y son de un característico plumaje negro, con un collar blanco alrededor del cuelloy la cabeza calva. Vamos que son feos, muy feos, pero da gusto verlos volar sin apenas mover las alas. Como buenos buitres son animales carroñeros pero les suelen gustar piezas grandes, fundamentalmente llamas, que tratan de buscar con gran agudeza visual desde el cielo. La especie está en peligro de extinción entre otras cosas porque aunque es muy longeva, pueden vivir hasta 90 años, no es muy prolífica, sólo tiene una cría cada 2 años. Su vuelo es difícil de olvidar.
En los últimos años han proliferado todo tipo de alojamientos en el Valle del Colca. Hay una variada oferta para elegir. Dos hoteles especialmente acogedores con buena relación calidad-precio son:
Kilawasy Lodge: Calle Caravely 408 & Calle Islay 408 – Distrito de Yanque – Cañón del Colca – Caylloma. Arequipa – Perú. (www.killawasilodge.com). Situado en el tranquilo pueblo de Yanque. Compuesto por cabañas de dos pisos con habitaciones de decoración sencilla en madera y un cuidado jardín. Alrededor de 70 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.
Hotel El Refugio: Fundo Putuco, Chivay, Arequipa-Perú (www.refugiohotelcolca.com). Ubicado en un pequeño acantilado junto al río Colca, a 3 km de Chivay. Habitaciones muy acogedoras, con vistas al río. El hotel también tiene piscinas termales y unos pequeños jardines. Alrededor de 90 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.
Si queréis daros un lujo podéis quedaros en:
Hotel Colca Lodge: Fundo Puye, Yanque, Caylloma, Valle del Colca, Arequipa, Perú (www.colca-lodge.com). Situado muy cerca de Yanque, en medio de los campos de cultivo y a la vera del río. Las habitaciones se distribuyen en bonitas cabañas que se agrupan alrededor del edificio central. En los grandes jardines se encuentran las mejores piscinas termales del valle. Alrededor de 160 EUR la habitación doble con desayuno en temporada alta.
Los restaurantes escasean en el Valle del Colca. No es fácil encontrar un buen local fuera de los hoteles. Dos buenas opciones en Chivay son:
Restaurante Maray: Avenida Salaverry 103 3er Piso, Chivay. Frente al Mercado. Uno de los restaurantes que vale la pena conocer en el Valle. Un local sencillo que ofrece cocina peruana y pizzas de calidad a un precio muy asequible. Alrededor de 10 EUR por persona con bebidas.
Sama Restaurante Café: Huayna Capac s/n Chivay. El restaurante del hotel Casa Andina (www.casa-andina.com) sirve una comida peruana deliciosa a un precio fantástico en el centro de Chivay. Podéis además aprovechar para visitar el Observatorio Astronómico antes o después de cenar. Alrededor de 10 EUR por persona con bebidas.
En el recorrido entre el Valle del Colca y el Lago Titicaca, ya muy cerca de Puno, se pueden visitar unas ruinas muy peculiares. Sillustani es uno de los yacimientos arqueológicos más misteriosos y sugerentes de Perú. Se trata de una necrópolis situada sobre una colina que domina el lago Umayo sobre el que tiene unas vistas extraordinarias.
La misteriosa necrópolis, construida por los collas y utilizada posteriormente por los incas, consta de una serie de torres funerarias redondas que podían alcanzar los 12 metros de altura. En el interior de las torres se depositaban las momias en posición fetal junto con alimentos, joyas y otros objetos que ayudaban a preparar el viaje al más allá. El orifico se cerraba con una piedra enorme. Las torres funcionaban como panteones familiares, de modo que la tapa se volvía a abrir cuando se quería depositar a otro miembro de la familia. La mayor de todas, de 4,8 metros de diámetro, es la Torre del Lagarto, llamada así porque está decorada con una escultura de este animal.
Las ruinas suelen poder disfrutarse casi en soledad ya que no mucha gente se acerca a visitarlas. Eso hace que el paseo entre las torres con el paisaje de fondo del lago resulte especialmente atractivo. Todo un descubrimiento.
Enlaza con la etapa anterior o posterior. Para volver al inicio de viaje, pincha aquí: Un Viaje al corazón del Perú