La capital de Bosnia y Herzegovina ha vuelto a recuperar hoy el dinamismo de antaño. Las señales de guerra son cada vez menos visibles y la ciudad vive una nueva época de crecimiento. En el año 2014, coincidiendo con la apertura oficial de las celebraciones como Capital Europea de la Cultura, se reinauguro la Biblioteca de Sarajevo. No era una fecha casual. Justo cien años antes, un serbo-bosnio de la organización ultranacionalista “Mano Negra” asesinó al heredero de la corona del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando, en el Puente Latino. Comenzaba la Primera Guerra Mundial y con ella un cambio radical en la historia de la ciudad. El punto culminante de la historia moderna de Sarajevo llegaría con la organización de los Juegos Olímpicos de invierno en 1984. ¿Quién iba a pensar que unos pocos años más tarde la ciudad viviría el asedio más prolongado de la era moderna?. El Asedio de Sarajevo tuvo lugar entre 1992 y 1996, cuando los serbios rodearon y bombardearon constantemente la ciudad sin poder conquistarla.
En su época de mayor esplendor, durante los siglos XVI y XVII, Sarajevo llegó a ser la segunda ciudad del Imperio Turco tras Estambul. Pasear por el perfectamente conservado barrio de Baščaršija nos traslada a los tiempos en los que el Gran Turco llegó a dominar buena parte del este de Europa. Más tarde, Sarajevo también se ganó el epíteto de la Jerusalén Blanca, por la convivencia de distintas religiones y la tolerancia de la que hacían gala sus habitantes. Esta situación permitió la construcción de una catedral protestante, una gran mezquita, una catedral católica y una sinagoga dentro del mismo barrio. Así que la ciudad es un testimonio único en el corazón de Europa tanto de la pasada grandeza del Imperio Turco como de la tolerancia que sus ciudadanos han sabido mantener a pesar de todos los avatares del último siglo.
En Coche:
Desde la Costa Dálmata en Croacia, Sarajevo es fácilmente accesible. Dubrovnik está a 265 km y Split a 290 km por buenas carreteras. Además, el próximo año está previsto que se complete la autopista entre la principal frontera con la costa dálmata y Sarajevo.
En Avión:
El aeropuerto internacional de Sarajevo está situado a pocos kilómetros al sudoeste de la ciudad. La actividad del aeropuerto es todavía escasa. Las principales conexiones establecidas son con varias ciudades alemanas y Estambul. La única compañía de low cost que vuela actualmente a la ciudad es Germanwings. No hay vuelos directos a España.
El Imperio Otomano
La ciudad fue fundada en el siglo XV por el Imperio Otomano. Su nombre en turco significa Palacio del Gobernador porque en esta ciudad residió siempre el Gobernador de todos los territorios de los Balcanes. Sarajevo creció rápidamente llegando a ser la segunda ciudad en población del Imperio Turco. Tras los siglos XVI y XVII que representaron la época de gloria de la capital sobrevino una lenta agonía que se prolongo hasta el Tratado de Berlín de 1878, el año en que Bosnia-Herzegovina paso a ser administrada por el Imperio Austrohúngaro.
El Imperio Austrohúngaro y la Primera Guerra Mundial
Bajo el dominio austriaco Sarajevo recupero su vitalidad; muchas de las construcciones de la ribera del río Mijacka pertenecen a esta época, incluyendo la célebre Biblioteca de Sarajevo. Sin embargo, el crecimiento y dinamismo de la ciudad alcanzado bajo la dominación austriaca coincidió con el aumento de las tensiones entre sus habitantes. La vecina Serbia había alcanzado la independencia del Imperio Turco en 1867 y fue gobernada por una dinastía filoaustríaca hasta 1903 pero ese año los ultranacionalistas tomaron el poder y forzaron un cambio de dinastía. A partir de ese momento comenzaron una política expansiva buscando anexionarse los territorios colindantes en los que las minorías serbias eran importantes.
En Bosnia-Herzegobina el 40% de la población era serbia y los musulmanes, ligeramente superiores en número, no eran considerados ya que el sultanato otomano en franca decadencia no podría acudir en su ayuda. En consecuencia, los serbios veían como una injusticia que el Imperio Austrohúngaro administrará ese territorio. La tensión aumento cuando el Imperio se anexiono definitivamente Bosnia-Herzegovina.
Tras las Guerras Balcánicas (1912-1913), Serbia duplico su territorio con los restos del Imperio Otomano y se convirtió en la abanderada del paneslavismo frente al Imperio Austrohúngaro que pretendía evitar el auge del nacionalismo.
Así las cosas, el 28 de junio de 1914 un serbo-bosnio de la organización ultranacionalista “Mano Negra” asesinó al heredero de la corona del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando y a su mujer la condesa Sofica Chotek en el Puente Latino. Este hecho fue el detonante de la Primera Guerra Mundial. El Imperio Austrohúngaro estaba obligado a declarar la guerra a Serbia. Las políticas de alianzas hicieron el resto. Alemania apoyo al Imperio Austrohúngaro mientras Rusia y sus aliados Francia y Reino Unido apoyaron a Serbia.
La Gran Guerra enfrentó a toda Europa provocando la muerte de millones de personas y cambiando el mapa del continente. Curiosamente, Sarajevo y en general, todo el territorio de Bosnia-Herzegovina no sufrió mucho durante la guerra, que discurrió por otros escenarios. Tras la Primera Guerra Mundial se disolvió el Imperio Austrohúngaro y Bosnia-Herzegovina fue anexionada a Serbia, entrando a formar parte del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. En principio, el país estaba pensado como una unión igualitaria de todos los pueblos eslavos del sur pero Serbia, que pertenecía al bando ganador de la guerra y representaba el territorio de mayor extensión y población, hizo prevalecer sus condiciones. En 1931 el rey Alejandro I impuso una constitución más unitaria y el país cambio el nombre a Reino de Yugoslavia.
El nombre de Yugoslavia significa curiosamente, «País de los Eslavos del Sur», ya que en serbo-croata «Yugo» señala el punto cardinal del mediodía, vamos, el «Sur». El nombre se hacía eco del afán paneslavista del que los serbios siempre quisieron ser abanderados.
La Segunda Guerra Mundial y la República Federal Socialista de Yugoslavia
La Segunda Guerra Mundial afectó de lleno a los Balcanes. Las tropas alemanas, italianas, búlgaras y húngaras se repartieron Yugoslavia en la primavera de 1941. Ante Pavelic, el líder de la sociedad de los ustacha, se convirtió en el jefe supremo del Estado Independiente de Croacia, un estado títere de los nazis que agrupaba Croacia y Bornia-Herzegovina. Pavelic cedió a Italia toda Dalmacia, introdujó una legislación racial, deportando o asesinando a decenas de miles de serbios, judios y musulmanes, y sembro el terror en todo el país. Mientras tanto, Josep Tito, un serbio nacido en Podgorica, creo un movimiento de resistencia armada antifascista conocido como los partisanos. Con el apoyo logístico de los aliados y la asistencia de las tropas soviéticas, los partisanos terminaron la reconquista de todo el país en mayo de 1945. Tras la guerra se proclamo la República Federal Socialista de Yugoslavia. En teoría la nueva república reconocía la administración autónoma y la integridad de los diferentes territorios. En la práctica nuevamente el mando real fue de los serbios.
La economía planificada propia de los países socialistas favoreció específicamente a Sarajevo, convirtiendo a la ciudad en uno de sus polos de desarrollo. El crecimiento de Sarajevo en su época socialista alcanzó su cénit con la realización de los Juegos Olímpicos de invierno en 1984. Fueron los primeros juegos olímpicos organizados en un país socialista y los primeros juegos de invierno en alcanzar un beneficio económico. Pocos años más tarde las instalaciones construidas para los juegos fueron utilizadas para la construcción de las baterías serbias que asolaron la ciudad durante cuatro años. Hoy todavía languidecen en estado de completo abandono.
El Asedio de Sarajevo
Las Guerras de los Balcanes tuvieron su peor escenario en Bosnia-Herzegobina y su mayor símbolo en el Asedio de Sarajevo. La ciudad fue sitiada por las tropas serbias durante cuatro largos años, entre 1992 y 1995. Increíblemente la población y las tropas bosnias resistieron el asedio, abastecidos a través de un túnel que atravesaba el aeropuerto y unía a la ciudad con la retaguardia bosnia. Uno de los símbolos de la barbarie fue la destrucción de la Biblioteca. El hombre que ordeno el ataque con bombas incendiarias, Nikola Koljevic, había sido profesor de literatura en Sarajevo y acabaría suicidándose años más tarde. También el líder de la formación ultranacionalista, Radovan Karadzic, había ejercido de psiquiatra en Sarajevo y parecía muy satisfecho bombardeando la ciudad desde las alturas. Más de 11000 personas perecieron durante el sitio.
Al final de la guerra, los acuerdos de Dayton establecieron las zonas de influencia de los tres bandos en conflicto. La República Srpska, con capital de hecho en Banja Luca y de facto en la propia Sarajevo, controla el 50% del país. La Federación de Bosnia y Herzegobina, con capital en Sarajevo, está en la práctica dividida a partes iguales entre musulmanes y croatas. Todos juntos conforman un país que no se sabe si realmente existe porque los serbios y croatas querrían unirse a sus respectivos países y los musulmanes han llegado a ser minoría en su propio territorio. El conflicto no parece haber terminado.
Mi experiencia como voluntario de Médicos del Mundo en un país azotado por la violencia, la guerra, el miedo y el desabastecimiento.
La primera sensación que tengo al recordar Sarajevo es el frío. El tiempo cambia en pocos kilómetros y en esta ciudad el clima es ya típicamente continental. Era el otoño de 1995, estaban firmándose los Acuerdos de Dayton que pondrían fin al asedio más largo vivido por una ciudad europea en la edad moderna, pero por esas fechas todavía la calma era tensa. La escasa electricidad provenía de generadores y, por supuesto, no funcionaba la calefacción. Llegamos a la ciudad casi de noche, después de recorrer un camino infernal que atravesaba las montañas desde Mostar ya que el cerco Serbio todavía seguía activo. La ciudad ofrecía un aspecto fantasmal. La mayoría de los edificios estaban seriamente dañados por los continuos bombardeos durante 4 años. Las calles estaban llenas de contenedores con los letreros “Pazi Snipers” que trataban de advertir a los transeúntes despistados que esa zona era blanco de francotiradores. Los contenedores dispuestos en zig-zag eran la única forma de atravesar las calles sin ser blanco de los francotiradores. Durante esos años la gente se jugaba la vida al ir a por pan.
Sarajevo está situado en un valle a más de 500 metros de altitud pero las montañas que le rodean sobrepasan los 2000 metros. Parece increíble que esas montañas fueran testigos sucesivos de la Olimpiada de Invierno de 1984 y del cruel asedio serbio sobre la ciudad. Aisha, nuestra intérprete en el Hospital de Mostar, era de Sarajevo. No había vuelto a la ciudad desde que empezó la guerra. Teníamos cita en el Ministerio de Sanidad a media mañana así que aprovechamos para ir a ver a sus padres. Vivían en la larga avenida principal de la ciudad, a pocos kilómetros del centro. Cuando entramos en el edificio me preguntaba si alguien podía vivir allí. Había boquetes por todas partes. Pero sí, la mayor parte de los pisos continuaban ocupados. No había cristales en las ventanas, rotos por las explosiones hace años, sino plásticos proporcionados por la ayuda internacional. En una de las habitaciones del piso no se podía entrar porque desde allí se veía el edificio contiguo, situado un poco más alto, que había caído en poder de los serbios y estaba lleno de francotiradores. Ni los padres ni Aisha podían contener la emoción. Sobrevivir no había sido fácil. El té que tomamos en la cocina de la casa, desde donde sólo se divisaban ruinas, fue una de las experiencias más emocionantes de mi vida.
El Ministerio de Sanidad estaba situado en una casa del centro antiguo de la ciudad. Recuerdo pasar frente a la célebre Biblioteca de Sarajevo, completamente destruida, y caminar por calles peatonales vacías con casas con los típicos balcones turcos salpicadas de mezquitas. Una buena parte del centro histórico no resulto dañada. Apenas recuerdo la conversación con el ministro. Ya conocía lo que se estaba pactando en Dayton, el gobierno bosnio administraría sólo una pequeña parte del país, pero no tenía apenas recursos. Nuestra ONG iba a comprometerse a arreglar varios centros de salud en la zona de Mostar así que fuimos muy bien recibidos. No he vuelto a ser recibido por un ministro.
Abandonamos Sarajevo con una columna de vehículos de los cascos azules. Por primera vez fuerzas extranjeras iban a atravesar el cerco serbio. Los mandos de los cascos azules estaban muy preocupados. Hacía pocos meses, en otra ciudad bosnia, los serbios habían sacado de los coches de una columna a todos los civiles de origen bosnio y los habían llevado a campos de concentración. Nuestra intérprete era un objetivo muy deseable, una mujer musulmana trabajando para una ONG. Tuvimos que admitir que en nuestro coche montara un soldado de los cascos azules pertrechado con todas sus armas. Lejos de calmarnos, el temblor del soldado al atravesar el control serbio nos puso muy nerviosos. Estuvimos parados mucho tiempo pero no paso nada. Una horas más tarde estábamos en Mostar cuya imagen había llegado a tranquilizarnos.
La capital de la Federación de Bosnia y Herzegovina es hoy una ciudad que trata de recobrar el pulso de otras épocas. La reconstrucción avanza a buen ritmo pero las huellas de la guerra son aún visibles. Los enormes cementerios con lápidas blancas que rodean la ciudad son la prueba más evidente del largo asedio. Aún hay edificios dañados en la ciudad, barrios enteros a medio reconstruir y en el suelo de las calles pueden verse todavía algunas manchas rosas conocidas como “Rosas de Sarajevo” que señalizan los lugares donde impactaron los morteros durante el asedio. Pero quizás la prueba más evidente de la guerra es la división “de facto” de la ciudad. Los barrios más orientales tanto del casco viejo como de la ciudad nueva forman parte del Sarajevo Oriental, capital de facto de la Republika Srpska, con una administración independiente.
Qué no te debes perder en Sarajevo:
- El Barrio Turco: El barrio más antiguo de la ciudad es uno de los mejores exponentes de arte y vida turcos de los siglos XVI y XVII. Un gran bazar con fuentes, mezquitas y hasta naves comerciales perfectamente conservado en el corazón de Europa.
- La Jerusalén de Europa: Sarajevo llego a ser conocida por su tolerancia religiosa. La ampliación de la ciudad en el siglo XIX da fe de ello ya que en pocas manzanas se construyeron una gran mezquita, las catedrales católica y ortodoxa, y una gran sinagoga.
- El Puente Latino: En este puente fue asesinado el heredero del Imperio Austrohúngaro. Junto al río Mijacka se pueden ver las típicas edificaciones levantadas durante el periodo de dominación de la corona austriaca.
- La Biblioteca de Sarajevo: El edificio más emblemático de la ciudad fue también el símbolo de la barbarie de la guerra al ser destruido durante el sitio serbio.
- El Túnel de la Esperanza: Visitar el túnel por donde se abasteció la ciudad durante los cuatro largos años de asedio permite hacerse una idea de las dificultades de vida de la población pero también de su determinación por resistir.
Barrio Turco de Baščaršija
El Barrio Turco de Baščaršija es la zona más antigua de la ciudad. El conjunto ha mantenido las características esenciales de su construcción que data de los siglos XV y XVI. El punto neurálgico del barrio es la plaza del mismo nombre en cuyo centro se encuentra la original Fuente de los Viajeros Sebilj. Todo el barrio es un inmenso bazar. Las calles empedradas están repletas de tiendas y cafés. Allí se pueden adquirir toda clase de objetos, desde los propios de una tienda de ultramarinos a verdaderas antigüedades y típicos suvenir. En el extremo oeste se encuentra la Mezquita de Gazi Husrev-Bey, la más importante del país y una de las obras más refinadas de arte turco. Junto a la mezquita destaca una alargada y alta torre, la Torre del Reloj de Sarajevo, la única torre que da la hora lunar en Europa.
Muy cerca está el mercado cubierto de Gazi Husrefbegov Bezistan, una gran nave de piedra (109 metros de largo) construida en el siglo XV para resguardar el mercado destinado a productos textiles. El más claro antecedente de las galerías comerciales que inundan ahora nuestras ciudades. En el centro del barrio hay otro mercado cubierto con cúpulas, Brusa Bezistan, dedicado a la orfebrería y a la seda.
Hay que desviarse un poco hacia el norte para realizar una visita imprescindible, la Casa Svrzo, una mansión típica de un noble turco del siglo XVII en excelente estado de conservación. La entrada a través de un patio empedrado ya permite hacerse una idea de la disposición de las estancias, separadas para hombres y mujeres. Los balcones y ventanas, excelentemente labrados, daban abundante luz a las habitaciones. La visita nos adentra en la vida de una familia turca en la época.
La Jerusalén de Europa
El ensanche del siglo XIX se planificó al oeste del barrio turco. Un paseo por la zona nos descubrirá la razón por la que Sarajevo fue conocida como la “Jerusalén de Europa”. En pocos pasos podemos encontrar:
- la catedral católica, Catedral del Sagrado Corazón de Jesús
- la catedral ortodoxa, Catedral de la Natividad de los Theotokos,
- una de las mezquitas más grandes de la ciudad, Mezquita Ferhadija.
- Y al otro lado del río Mijacka, la sinagoga más importante de Sarajevo, Sinagoga Ashkenazi,
La mayoría de los judíos de Sarajevo eran sefardíes procedentes de España.
Hoy en día, poco queda ya de aquella pretendida Jerusalén de los Balcanes. Tras la última guerra, la mayoría de la población se agrupó étnica y religiosamente, y en el lado bosnio d la Federación, son prácticamente todos musulmanes, siendo los del lado de la República Sparska principalmente de origen serbio y de religión ortodoxa.
El Río Mijacka y la Biblioteca
Desde el ensanche lo mejor es salir hacia el río Mijacka, verdadero eje de la ciudad, y remontarlo por la orilla izquierda esta vez en dirección este. Pasando por el Pabellón de Música en el Parque Meiden y la Mezquita del Emperador se pueden contemplar las casas de finales del siglo XIX junto al río.
Frente al Parque se encuentra el Puente Latino, llamado así porque era la salida hacia el reino latino de Venecia. Una placa al final del puente recuerda el magnicidio. El recorrido río arriba nos lleva a la Biblioteca-Ayuntamiento, junto a otro puente de piedra.
La Biblioteca de Sarajevo ha recuperado hoy la función de Ayuntamiento para la que fue construido en estilo neomorisco a finales del siglo XIX. Su destrucción al inicio del asedio serbio fue el símbolo de la intolerancia. El interior de la Biblioteca ha sido restaurado con mimo y alberga, además de las instalaciones municipales, una exposición sobre la historia de la ciudad y la reciente guerra.
Enfrente de la Biblioteca, al otro lado del río, hay una típica casa turca aislada convertida en restaurante. Se trata de la casa del mayor tozudo de Bosnia, Inat kuća. Cuando se planeo la construcción del nuevo Ayuntamiento unos baños turcos y esta casa ocupaban el solar. Los viejos baños fueron derribados pero el propietario de la casa se negó a recibir una compensación económica por derruirla. Así que las autoridades municipales tuvieron que trasladar la casa piedra a piedra al otro lado del río, donde puede contemplarse ahora. Por cierto que éste es un buen sitio para comer alguna de las especialidades bosnias.
Fuertes y Cementerios
Si todavía quedan ganas de seguir el paseo, desde la Biblioteca se puede subir hasta el Fuerte Amarillo, una de las fortificaciones que protegían la ciudad desde las alturas. La empinada subida merece la pena porque desde el Fuerte se obtiene una de las mejores panorámicas de la ciudad. De vuelta hacia el casco viejo se puede pasar por uno de los grandes cementerios donde reposan las víctimas de la reciente guerra, el cementerio de Kova. Un espectáculo sobrecogedor.
El Túnel de la Esperanza
Todavía queda una última visita en la ciudad pero para hacerla hay que recorrer toda la ciudad moderna hasta el aeropuerto. Se trata del Museo del Túnel. La avenida principal de la ciudad, ahora llamada Mese Selimovica, permite contemplar los nuevos (y feos) barrios creados durante los años de la Yugoslavia socialista, con un sabor claramente soviético. Al final de esta avenida, girando hacia el sur, se encuentra el punto que os propongo como última visita. Durante el asedio la ciudad llego a estar totalmente cercada. Un túnel escondido que se iniciaba en los bajos de un edificio permitía salvar la distancia de poco más de un kilómetro que separaba el aeropuerto, y la retaguardia bosnia, de la ciudad. Por allí pasaron más de un millón de personas consiguiendo el abastecimiento de Sarajevo durante los cuatro largos años que se prolongo el asedio. Un punto y final apropiado para la visita.
En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con detalle todos los lugares de los que se habla en el artículo, así como la frontera actual «de facto» entre la capital de la Federación de Bosnia y Herzegovina y la República Srpska.