La región italiana del Véneto esconde entre su gran patrimonio las villas que sirvieron de esparcimiento a la opulenta aristocracia veneciana. Concebidas como casas de campo pero con el aspecto de verdaderos palacios, estaban también ligadas a las labores agrícolas de explotación de las fértiles vegas del Véneto. Su influencia en la historia de la arquitectura ha hecho que sus modelos se repitieran sin cesar hasta nuestros días. Las fascinantes villas se esparcen por la llanura del Po, agrupándose principalmente en torno a las ciudades de Vicenza y Padua. Visitarlas es un lujo para los sentidos y resulta imprescindible si se quiere conocer la forma de vida en la época más deslumbrante de la República de Venecia. Los mejores ejemplos de estas villas han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.
En el siglo XV la República de Venecia había consolidado su poder en toda la costa adriática. La ciudad se había hecho inmensamente rica con el comercio y sus habitantes buscaban nuevos lugares de esparcimiento. Las ciudades del Véneto se estaban constituyendo como estados y la República, por su seguridad, decidió anexionarse por la fuerza (le sobraban recursos para emprender esas guerras) todas las ciudades de alrededor. Tras la anexión, sus habitantes comenzaron a buscar tranquilos lugares de veraneo más allá de las lagunas, en pleno contacto con la naturaleza. Lo de las segundas viviendas ya se sabe que es propio de las épocas de bonanza económica. Fue así como empezaron a construirse las primeras mansiones; ya que había dinero no se iban a contentar con un pequeño apartamento. Los grandes arquitectos del renacimiento, encabezados por Andrea Palladio, hicieron el resto. Las edificaciones de los nobles rivalizaban en suntuosidad y belleza ya que las villas supuestamente se construían a semejanza de sus propietarios.
La visita a las Villas del Véneto exige disponer de un vehículo. Resulta muy complicado llegar a la mayoría de ellas en transporte público. Todas ellas son fácilmente accesibles en coche desde Vicenza y Padua.
Desde España se puede volar a los aeropuertos cercanos de Venecia (las compañías Iberia y Volotea vuelan desde distintas ciudades españolas al Aeropuerto Internacional Marco Polo) y Verona (las compañías Iberia, Vueling y Ryanair vuelan desde Madrid y Barcelona hasta el aeropuerto de Verona-Villafranca). Muchas veces resulta más económico volar a los aeropuertos de Milán y Bolonia que, aunque algo más lejanos, están bien comunicados con las ciudades de Vicenza y Padua.
Una experiencia inolvidable es realizar un minicrucero de un día entre Padua y Venecia por el río Brenta. El crucero sigue el recorrido de Il Burchiello, el antiguo barco veneciano del siglo XVIII. La excursión, que se puede realizar en ambos sentidos, incluye las visitas a Villa Foscari, Villa Widmann y Villa Pisani así como la comida en el restaurante Il Burchiello de Oriago. Las reservas pueden hacerse directamente en la página web (www.ilburchiello.it). El billete incluyendo las visitas a las villas y la comida sale por alrededor de 100€. No hay mejor manera de entrar en Venecia.
Orígenes
Andrea del Pietro della Góndola nació en Padua en 1508 en el seno de una familia humilde y a los 13 años entro a trabajar como aprendiz en un taller de cantería de la ciudad. La verdad es que el niño era buen estudiante y le gustaban los libros pero había que meter dinero en casa y tampoco se le daban mal las artes manuales. La familia se traslado a Vicenza en el año 1523 y allí Andrea, que ya había adquirido maestría con la piedra, se inscribió inmediatamente en el gremio de la construcción. El caso es que el chico valía, así que pronto descolló entre sus compañeros de obra y fue subiendo en el escalafón hasta llegar a ser un encargado con mucha fama en el lugar.
Claro que una cosa es ser un buen encargado y otra llegar a ser el más importante arquitecto del renacimiento. Para eso hace falta algo más. Ese algo se lo proporcionó una gran figura del Renacimiento en el norte de Italia; Giangiorgio Trissino, poeta, humanista, dramaturgo, filólogo y hábil diplomático. Dicho de otra forma, un aristócrata culto y con mucha pasta, con ganas de emplear bien su dinero. Conoció a Andrea mientras trabajaba en una obra de una villa cercana a Vicenza y enseguida supo ver en él al genial arquitecto que escondía. Así que se convirtió en su mecenas. Le pago estudios y viajes a Roma, le introdujo en los ambientes cultos y aristocráticos de la ciudad y, sobre todo, comenzó a conseguirle buenos contratos como arquitecto.
Pero como en esto de ser un personaje con proyección artística influye mucho el nombre, Giangiorgio que pensaba en todo y que sabía de «marketing», se le ocurrió que Andrea debía cambiar de apellido, para tener un nombre más rimbombante. Fue así como cayó en que siendo Palas Atenea la diosa de las artes griega, su pupilo debía apellidarse Palladio. ¡Así se hace una estrella!, Andrea pasó de ser un simple encargado de obra al más reputado arquitecto de las villas que la alta sociedad estaba construyéndose en el campo. Lo cierto es que él no lo hacía nada mal. Tenía un estilo muy personal que intentaba rescatar toda la perfección que encarnaba el mundo clásico de Grecia y Roma. El tratado “De Architectura” de Vitrubio (un texto escrito en el siglo I AC en latín y griego que contenía todos los fundamentos de la arquitectura clásica) era su libro de cabecera. Y su estilo gustaba.
Su obra: Edificios públicos, Palacios Urbanos y Villas
La fama del arquitecto empezó a crecer como la espuma. Así que el concejo de la ciudad no dudo en encargarle una obra que tenía en mente desde hacía tiempo, reformar el palacio gótico donde residía el concejo porque amenazaba con venirse abajo. Palladio transformó el palacio comunal gótico mediante una envoltura clásica haciendo de él una basílica civil romana. La obra se prolongo desde 1549 hasta 1614 pero desde el principio de los trabajos la obra gusto, y mucho, a propios y extraños.
Todas las familias pudientes y cultas de Vicenza querían encargarle a él sus residencias tanto en la ciudad como en el campo. Le llovían los contratos. Pero Palladio era un trabajador nato y no decía a casi nadie que no. Construyó un montón de palacios urbanos, la mayoría en el Corso Mayor de Vicenza que, claro, acabo por cambiar su antiguo nombre por el de Andrea Palladio. Allí se pueden ver el Palazzo Chiericati, el Palazzo Valmarana, la Loggia del Capitano y el Palazzo Porto, todos ellos considerados obras maestras de la arquitectura renacentista.
Pero si hay algo por lo que se le conoce a Andrea Palladio es por sus villas o casas de campo (verdaderos palacios). Llego a construir 24 y la mayoría de ellas están catalogadas actualmente como Patrimonio de la Humanidad. Un buen ejemplo, en el extrarradio de la propia ciudad de Vicenza, es Villa Rotonda.
La fama de Palladio siguió creciendo y acabo siendo nombrado Arquitecto Mayor de la República de Venecia. Eso le obligo a trabajar también en Venecia. Allí construyó tres iglesias que marcaron también la arquitectura renacentista. La más conocida es San Giogio Maggiore situada en la isla del mismo nombre. Sí, sí, es esa que todos fotografiamos desde la Plaza de San Marcos.
Andrea Palladio volvió a Vicenza para hacerse cargo de una obra que le interesaba especialmente. La Academia Olímpica le encomendó en 1579 la construcción de un Teatro Olímpico con la finalidad de dotar a la ciudad de un espacio en el que promover la cultura escénica. Ya veis que entonces ya se llevaba esto de construir Palacios de Festivales y Congresos. Era su encargo soñado. Diseño un teatro cubierto a la manera clásica, con todos los ingredientes de un antiguo teatro romano. Palladio no llego a terminarlo, murió en Maser (donde estaba a la vez trabajando en una capilla que debía ser un complemento a la Villa Barbaro) en 1580. Su hijo, Silla, y su discípulo Vicenzo Scamozzi se encargaron de terminar tanto el Teatro Olímpico como la Basílica.
Su legado e influencia
Andrea Palladio era una de esas personas que no paraban de trabajar. En sus ratos libres sacó tiempo para escribir un auténtico best-seller: “Los cuatros libros de arquitectura”, tratado que publicó en Venecia en 1570 y que se convertiría en la obra más estudiada de la arquitectura.
Pero su legado no acaba ahí. A través de sus obras construidas y sus tratados, su influencia llegaría muchísimo más lejos, tanto que nos sorprendería ya que hoy la vemos constantemente en las noticias y en las películas. Casi todas las construcciones institucionales de los EE.UU., el Capitolio, la Casa Blanca, el memorial de Jefferson y multitud de villas y residencias palaciegas esparcidas por Nueva Inglaterra o en los estados del sur, donde las grandes plantaciones surgían en torno a familias adineradas y lujosos palacios, son obras neoclásicas directamente ligadas a la influencia de su arquitectura.
¿Cómo así? Porque el neoclasicismo irrumpió con fuerza en las Islas Británicas, donde el estilo barroco no arraigo, y pasaron del gótico al Palladiano para todas sus construcciones públicas. Inglaterra comenzaba a ser una potencia y tener dinero para construcciones importantes, y con la expansión colonial, exportó el estilo hasta tierras americanas.
También en los confines del mundo occidental, en Rusia, con su apertura a Europa en tiempos de Pedro el Grande y la construcción de la nueva capital en San Petersburgo, se introduciría con fuerza su influencia, de la mano de importantes arquitectos italianos que desplegaban al gusto de la época, todos los rasgos palladianos en sus encargos de edificios e iglesias. Y la lista de países donde su impronta puede trazarse se hizo más y más larga, a medida que las influencias neoclásicas iban calando hondo en la forma de concebir la arquitectura.
Las Villas del Véneto se extienden por toda la llanura del bajo Po, en el territorio de la antigua República de Venecia. Hay decenas de Villas agrupadas principalmente en torno a las ciudades de Vicenza y Padua. Veinticinco de ellas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Todas merecen la pena pero he destacado las cinco imprescindibles para visitar:
- Villa Capra o Villa Rotonda en Vicenza
- Villa Barbaro en Maser, Treviso
- Villa Contarini en Piazzola sul Brenta, Padua
- Villa Pisani en Stra, Padua
- Villa Foscari o la Malcontenta en Mira, Venecia
Villa Capra o Villa Rotonda (Provincia de Vicenza)
La Villa Capra es la más conocida de las diseñadas de Palladio. Fue construida entre 1550 y 1552 en las afueras de la ciudad de Vicenza por lo que el arquitecto la englobaba en sus casas de ciudad. Ubicada en la cima de una colina, Palladio pretendió reforzar ese papel de vigía levantando una gran cúpula sobre un cubo con fachadas simétricas precedidas de pórticos con escaleras a los cuatro puntos cardinales, de ahí su apodo de Villa Rotonda. Sus formas regulares, el contraste entre el verde de los jardines, el blanco de los muros y el rojo de las tejas y el diseño de líneas puramente renacentistas, algo grandilocuentes, la convierten en el arquetipo de villa palladiana. La villa sintetiza perfectamente el ideal de Palladio de “ver y ser vistos”.
Paolo Almerico, el hombre de la Iglesia que la encargó, nuncio apostólico de Pío IV y Pío V quiso plasmar en ella sus ambiciosos sueños y su deseo de despertar el respeto y la admiración de sus conciudadanos. No cabe duda que se la encargó al arquitecto adecuado y consiguió sus objetivos. La alegría le duro poco porque murió antes de que estuviera totalmente acondicionada y la propiedad fue vendida a la familia Capra, de ahí el otro nombre por el que suele nombrarse.
Villa Rotonda ha inspirado muchos edificios en todo el mundo. Chiswick House, la casa de Lord Burlington en Londres y Monticello, la casa de Thomas Jefferson en Charlottesville, Virginia, son los mejores ejemplos, pero el modelo arquitectónico está detrás de monumentos famosos en ciudades tan distantes como Delhi y San Petersburgo.
VISITA: De 10h a 12h y 15h a 18h M-J- V y D visita sólo al exterior – Entrada 5€; los X y S visita al interior y exterior – Entrada 10€.
Villa Barbaro – Maser (Provincia de Treviso)
Villa Barbaro es, para mí, la más sugerente de las villas venecianas. Diseñada por Andrea Palladio y decorada con frescos de Paolo Veronés, su realización arquitectónica y decorativa es una síntesis de los ideales de la cultura veneciana en las tierras del interior.
El conjunto fue promovido por los hermanos Barbaro, pertenecientes a una de las familias más poderosas de la República. Marcantonio, el primogénito, había sido embajador de la República en los principales países europeos. Daniel, hombre de iglesia, ciencia y cultura, había participado en el Concilio de Trento. Los hermanos eligieron personalmente el lugar para edificar la villa, alejado del pueblo y a media ladera de la montaña para poder disfrutar con tranquilidad de la naturaleza.
Palladio diseño el conjunto de acuerdo con los más puros patrones clásicos. El edificio, construido entre los años 1560 y 1570, consta de un elemento central, con una fachada ricamente decorada con todos los elementos clásicos, y dos alas simétricas laterales que acaban ensanchándose para albergar sendos relojes de sol que ocultan palomares. El conjunto que se alza sobre los jardines, decorados con estatuas de dioses, es de una belleza singular. El interior sigue también los patrones clásicos tanto en sus elementos arquitectónicos como en su decoración realizada por el gran pintor renacentista Paolo Veronés. Los juegos de perspectivas en las puertas que delimitan las estancias laterales contribuyen a aumentar la sensación de espacio. El corazón del edificio es la Sala del Olimpo decorada con algunos de los mejores frescos de Paolo Veronés. Tras el edificio se construyó un ninfeo en una especie de jardín privado para los propietarios.
VISITA: M a D de 10h a 18h; Entrada 9€ – Entrada Familiar 21€.
Villa Contarini – Piazzola sul Brenta (Provincia de Padua)
Los Contarini eran una de las más nobles familias de la República de Venecia. En 1546 Paolo y Francesco Contarini edificaron el cuerpo central de la villa siguiendo los modelos de palacios venecianos. A finales del siglo XVII Marco Contarini decidió añadir las recargadas alas laterales en el más puro estilo barroco y construyó también en el cuerpo central dos salas acondicionadas para conciertos de música. Las excepcionales proporciones tanto del edificio como de los jardines hacen de ella probablemente la más grande del Véneto y una de las más singulares por su mezcla de un estilo clásico medieval veneciano y el estilo sobrecargado típico del barroco.
El interior fue decorado en el siglo XVII con frescos de entre los que destacan los de la Sala de las Artes y de las Ciencias, la Sala del Rapto de Proserpina y, sobre todo, los de la Sala de las Bacanales. No obstante, las salas más bonitas son las llamadas salas musicales conocidas como el Auditorium y la Sala de la Música.
VISITA: Todos los días de 9h a 19h. Entrada 7€, Entrada familiar 14€.
Villa Pisani – Stra (Provincia de Padua)
La villa más conocida de la ribera del Brenta está situada a muy pocos kilómetros al oeste de Padua. Villa Pisani debe su origen a la subida al trono ducal de Alvise Pisani (1735-1741) quién quería demostrar con la suntuosidad del edificio, la riqueza, el prestigio y dignidad de su familia. Inspirada en los grandes palacios de las monarquías europeas, sus líneas son sin embargo, mucho más austeras. El arquitecto, Francesco María Preti, realizó una construcción en puro estilo neoclásico.
El interior de la villa está ricamente decorado con frescos y pinturas de varios autores entre los que destacan los que realizó Giambatista Tiepolo para el salón central en 1761, considerados su obra maestra, y que representan una visión fantástica de la familia propietaria conocida como “Gloria de Casa Pisani”.
La villa es especialmente famosa por su jardín, considerado el más bonito de Italia…y eso es mucho considerar. Profusamente decorado con fuentes, esculturas, verjas, puertas y hasta laberintos. El estanque central rectangular, que embellece mucho el conjunto, es en realidad un ensayo de obra hidráulica realizado en el siglo XX.
Napoleón Bonaparte compro la villa a los Pisani en 1805 (se supone que a un precio muy interesante para la época, para eso era el emperador). Tras la caída del emperador en la batalla de Waterloo la villa paso a poder de la familia imperial austriaca. Este era el lugar favorito de veraneo de la emperatriz Mariana Carolina y aquí daba sus célebres fiestas a las que estuvieron invitados los representantes de todas las monarquías europeas, entre ellos el rey de España Carlos IV. Pero quizás los huéspedes más famosos de la villa fueron Adolf Hitler y Benito Mussolini quiénes celebraron aquí su primer encuentro en 1934. Hoy es propiedad del Gobierno Italiano.
VISITA: Todos los días de 9h a 19h. Entrada 10€.
Villa Foscari o La Malcontenta – Mira (Venecia)
La villa que Andrea Palladio realizó para los hermanos Nicola y Alvise Foscari en 1559 es una de las más famosas y peculiares del Véneto. La familia Foscari formaba uno de los grandes clanes venecianos. Su antepasado Francesco Foscari había sido uno de los dogos más prestigiosos de Venecia entre 1423 y 1457. La leyenda dice que el sobrenombre de “Malcontenta” proviene de que allí obligo a vivir Nicola Foscari a su mujer, Isabel Dolfin, ante la sospecha de que andaba liada con el dogo de Venecia y, claro, todo por bonito que sea sin libertad no te hace estar muy contenta…
La villa, construida completamente en ladrillo pero con un enlucido que imitaba al mármol (había que ahorrar), está concebida más como una residencia suburbana que como una casa de campo. Por ello no incluye edificios agrícolas a los lados. La localidad de Mira, muy cercana a Venecia, es rápidamente accesible en barco por lo que se trataba de edificar más un palacio donde poder recibir a las personalidades. Para realzar ese carácter majestuoso y, sobre todo, para impedir la humedad (y las inundaciones debido a las crecidas) proveniente del cercano Canal Brenta, Palladio alzó el edificio mediante un gran basamento. La porticada fachada principal está orientada al río, aunque éste estaba en el lado norte, porque era el camino principal para llegar a la villa. La disposición de las ventanas de la fachada posterior deja adivinar la estructura interna del edificio, con un gran salón central profusamente iluminado. El interior está decorado con frescos de Battista Franco y Giambattista Zelotti.
Las semejanzas entre estas villas y las de las plantaciones de Luisiana no pasan desapercibidas. En realidad siguen el mismo modelo que fue definido en el Renacimiento y se seguía (y sigue) utilizando en el Nuevo Mundo (fundamentalmente en la parte de colonización inglesa) algunos siglos más tarde…¡que falta de originalidad!
VISITA: Martes a sábado de 9h a 12h. Entrada 10€.
En el siguiente mapa interactivo podrás localizar con detalle todos los lugares de los que se habla en el artículo y el trayecto de del vaporetto «Il Buchiello» por la Canal del Brenta.