INTRODUCCIÓN:
El Lago Tana y las Cataratas del Nilo Azul
Desde la moderna capital del estado de Amhara, Bahir Dar, que se extiende a orillas del cuarto lago en extensión de África, se pueden descubrir los asombrosos Monasterios Ortodoxos del lago Tana. Un conjunto de unos 21 cenobios, e diferentes tamaños, que cuentan con tradiciones que se remontan casi veinte siglos. Estos monasterios destacan por su decoración con pinturas al fresco de los siglos XIV al XVI. Pinturas de gran belleza y riqueza cromática que han llegado hasta nuestros días en un increíble estado de conservación. Únicas en esta parte del mundo.
Si no se dispone de mucho tiempo, lo mejor es visitar el Monasterio de Ura Kidane Mehret porque es uno de los más cercanos a Bahir Dar. Es posiblemente el más grande y con las pinturas más bonitas, y permite el acceso a las mujeres (hay muchos monasterios y templos en Etiopía cuyo acceso es restringido al visitante femenino).
Pasear por las orillas del lago Tana en Bahir Dar o acudir a su mercado son también muy recomendables. Hay especialmente una sección dedicada a la artesanía que es muy entretenida. Pero la segunda razón por la cual nos acercamos a este rincón del país es admirar el espectáculo natural de la cataratas del Nilo Azul.
Lo mejor es ir en una excursión organizada en un 4×4. Se tarda una media hora larga en llegar, y una vez dentro del Parque Nacional de la Cataratas, hay un recorrido circular de unos 5kms que te ofrece las mejores panorámicas de este salto de agua precioso enmarcado en uno de los paisajes verdes y fértiles más bonitos que se pueden admirar en Etiopía. Para hacerlo con tranquilidad y disfrutándolo se requieren unas tres horas largas.
BITÁCORA DE VIAJE – Parte 6:
El Lago Tana y las Cataratas del Nilo Azul
Bahir Dar, capital del Lago Tana
La llegada a la ciudad no puede ser más interesante. Un puente moderno cruza el Nilo Azul, la ciudad se levantó en el punto en el que el lago Tana desagua su caudal. En sus riberas a veces se pueden ver hipopótamos enseñando el hocico frente al imponente edificio de cristal y acero del Parlamento y Gobierno del estado de Amhara. No está mal el contraste de modernidad para un país como Etiopía, con numerosos problemas, pero que lucha por salir adelante y subirse al carro del progreso económico y social.
La ciudad es muy verde, con avenidas arboladas, en trazado de damero y con aspecto urbano. El lago suaviza y humedece el clima y el aire es más fresco y respirable. Frente al lago hay un paseo que permite ver manglares y bosquetes de papiros, entre embarcaderos de botes turísticos y algunos cafés con terraza de sitio privilegiado pero tosca apariencia casi todos. Más hacia el Oeste sin embargo se levantan dos de los hoteles mejores de la ciudad. Casi contiguos, el primero tiene un recinto arbolado precioso subtropical y una arquitectura acorde con los materiales típicos de la region, el Kuriftu Resort & Spa. El siguiente, de más reciente construcción es una torre de 17 pisos con salones de fiestas, y habitaciones con grandes ventanales y maravillosas vistas al lago Tana. Y lo sé, porque nuestra agencia nos reservo la última noche de nuestro tour por el norte del país en el Grand Resort & Spa. Ocupan entre los dos el tramo de costa lacustre más céntrico de Bahir Dar.
Tras la estupenda sorpresa al descubrir nuestro alojamiento, y aprovechar las comodidades básicas que a veces son un lujo y las habíamos echado de menos especialmente en Simien, nos fuimos a descubrir la ciudad a pie. Recorriendo paseo del lago, y mercado.
Mercado de ropas, utensilios, muebles, vamos de todo. Entre todo, Encontré un pequeño kiosco con cosas litúrgicas locales. Tanto me han gustado las cruces ceremoniales de la iglesia ortodoxa etíope que enseguida mis amigos sabían que iba a parar e informarme; verlas y tantear su precio. Una más cayó. Un pequeño colgante de la cruz de Gondar, que por 25Br (0,75€) me vendió contento el tendero tras regateo de rigor.
Solo al final regresando hacia el hotel, dimos con el rincón del Mercado de la Artesanía. Busqué aquellas alfombras que había visto en Axum y que me había quedado con ganas de comprar pero no las encontré. En su lugar, aquí abundan las pinturas que imitan réplicas de los frescos de las iglesias del lago Tana. El mercado de artesanía está en la calle peatonal que va desde la rotonda en la que confluyen las dos avenidas principales que cortan Bahir Dar de norte a sur y a lo largo del lago. Justo donde se levanta la catedral de San Jorge, el templo más importante de la ciudad.
Excursión por el Lago Tana
A primera hora de la mañana, nos dirigimos andando hasta el embarcadero que estaba junto al mercado de artesanía. Una pequeña lancha nos esperaba para llevarnos hasta la península de Zegue. La travesía duró unos 45′. Nos cruzamos con muchas embarcaciones tradicionales de pesca llamadas Tankwas, hechas a base de carrizos y papiros, cañas vegetales que se aglutinan en largos husos a modo de ramilletes que luego se entrelazan. El estilo nos parece muy similar a los que se ven en las pinturas egipcias que navegaban por el Nilo desde hace miles de años. Dicen que pueden llegar a pesar más de 100kg y que tienen un periodo de vida corto que no pasa de un par de años, y en cuanto se empapan dejan de tener capacidad de flotación y han de hacerse una nueva embarcación.
Durante la travesía pasamos junto a un par de islitas cubiertas de un bosque tropical lujurioso en las que solo destaca sobre las copas de los árboles las construcciones circulares de los templos cristianos que ocupan casi todas ellas. Según lo que hemos leído y nos han comentado, la que visitaremos es no sólo una de las más grandes, sino también de las mejor conservadas y con mayor valor artístico. Quizá por eso sea también de las más visitadas.
Llegamos al embarcadero y aún nos falta recorrer un sendero con suave pendiente de aproximadamente un kilómetro. Todo el camino está prácticamente ocupado por tenderetes de artesanía orientados a los turistas, sin embargo y a pesar de ser uno de los lugares más turísticos, sigue siendo un lugar muy tranquilo y no masificado. (la época del año quiá también influya). Por si fuera poca distracción las artesanías, algunas preciosas, los monos verdes sorprenden de vez en cuando saltando sobre nuestras cabezas por el tupido pasillo arbóreo que da sombra sobre nuestras cabezas.
El Monasterio de Ura Kedana Mihreb
La fábrica del monasterio es del siglo XIV y XVI. Los muros son de adobe, la planta de la iglesia es circular, el recinto cercado y se accede por unas puertas de madera con techos de paja. Los frescos del interior del templo están increíblemente conservados salvo cuando las termitas se comen pedazos. Son semejantes en estilo a nuestro románico en sus colores vivos y la forma de representar a los santos. Hay dos partes separadas en el monasterio dedicadas a hombres y mujeres. Afortunadamente es de los pocos que admiten visitas de sexo femenino, hay algunos monasterios con reglas tan estrictas respecto al sexo de sus moradores o visitantes, que no permiten animal alguno que sea del sexo femenino. La sensación que produce el interior es de quietud y espiritualidad. Los timbales usados para las ceremonias. La madera de higuera usada para las puertas, los pigmentos naturales…
El Monasterio de Ura Kidane Mihret, es el más visitado de todo el Lago. Razones no le faltan, por un lado es uno de los más accesibles, y por otro es posiblemente el más espectacular en lo que se refiere a la belleza y extensión de sus frescos, así como su conservación. Pero tan sólo en la península de Zege, un entrante de tierra que se adentra en el lago unos 20kms que está cubierto de una tupida jungla, hay otras ocho iglesias y monasterios diseminados, y en el conjunto del lago Tana, se cuentan hasta 21 templos cristianos.
La importancia religiosa de este enclave lacustre reside en que en sus monasterios hallaron retiro y refugio los primeros cristianos que llegaron posiblemente desde Egipto a través del valle del Nilo. No en vano, legendariamente, el mismo «Arca de la Alianza» que hoy se conserva en Axum (como ya hemos visto en el viaje), llegó a Etiopía presumiblemente por la misma ruta y se escondió aquí durante siglos antes de su traslado a la capital imperial de Abisinia.
Todos los monasterios e iglesias conservan sus propios tesoros; distintas reliquias, muchos frescos (quizá no todos tan espectaculares pero en su medida siempre interesantes), acompañados por cruces ceremoniales, manuscritos y libros, que siempre han sido custodiados por los monjes etíopes.
Las Cruces Ceremoniales, son uno de los elementos más característicos y llamativos del ajuar religioso etíope. Cada región tiene su propio patrón, su propio diseño. Así a través de nuestro viaje hemos aprendido a distinguir las distintas formas: la Cruz de Lalibela, la Cruz de Axum, la Cruz de Gondar o las Cruces del Lago Tana. Por suerte cada mercadillo, cada puesto de artesanía y recuerdos, ofrece copias de dichas cruces, en diversos tamaños, materiales y más o menos antiguas. Fue un placer comprar algunos ejemplos de las mismas… y ahora desde mi casa, cogerlas, verlas y disfrutarlas es un auténtico placer que me traslada a las vivencias que experimenté en mi viaje a Etiopía.
El Lago Tana desde el barco
Deshaciendo el camino de ida, volvemos hasta nuestra embarcación para pasear por las orillas del lago y observar más Tankwas y la fauna típica del lago Tana: pelícanos, cormoranes, y aunque ni rastro de cocodrilos pasamos muy cerca de hipopótamos que siempre no dejan de observarte desafiantes como advirtiéndote de que mantengas una distancia prudencial… La experiencia no ha podido ser mejor, una temperatura suave y agradable de 23º, brisa, sol y paisaje..
Al volver a Bahir Dar nos quedamos en uno de los restaurantes que hay en la orilla con vistas al lago, y sus orillas de manglares y papiros para probar la comida tradicional: Pescado kitfo, pollo dorowot y plato variado típico Mahberawi con enjera (la crepe típica etíope). La comida salió por unos 540Br – 16,20€ para 4 personas en un entorno perfecto con vistas al lago, en una terracita de un sitio típico con muchos locales.
Tras la comida, nos vamos a cubrir nuestra última etapa del viaje, la visita de las Cataratas del Nilo Azul.
Las Cataratas de Nilo Azul
En Amariña (o Amharic) el nombre de estas cataratas es Tis Abay que significa «el agua que humea». El nombre no podía ser más descriptivo ante el rugir de sus aguas y el espectáculo que formaban sus nubes de vapor cuando el agua que caía de una altura de unos 50mtrs se deshacía en miles de gotitas minúsculas empapando el ambiente de todas las cercanías. Hoy este espectáculo, sin dejar de ser maravilloso, ha perdido parte de su fulgor por la construcción de un embalse que recoge gran parte de sus aguas para regadíos y producción eléctrica. Solo en la época de lluvias y en algunos días señalados, las compuertas se abren para poder ver este salto de agua en su completa dimensión. Aún así, la belleza del lugar no desmerece en absoluto y la experiencia es inolvidable.
A la salida de la ciudad se toma una pista de tierra con mucho tráfico y por tanto muy polvorienta. Son unos 30kms de pista de tierra. A lo largo poblados sucesivos de chozas de palos de eucalipto como estructura paredes de adobe y techos de uralita. Los campos entremedias son muy fértiles, todos sembrados de maíz, trigo, arroz, mucho pasto para las numerosas cabezas de ganado bovino, algunos ejemplares son enormes. Y arados tirados por bueyes, una imagen que se repite una y otra vez.
Atravesamos la aldea que justo acaba en la entrada del Parque Nacional de las Cascadas del Nilo Azul. Recogemos al guía que nos ha preparado una ruta para no perdernos nada. De entrada salimos caminando remontando el río para cruzarlo con una pequeña motora justo cauce arriba de la presa. Mientras esperamos que el barquero llegue desde la otra orilla, un grupo de niños juegan a darse chapuzones en el río desnudos sin parar de reír y decirnos hola.
Tras pasar a la otra orilla cruzamos campos de caña de azúcar. Constantemente hay chozas y población y algunos de sus moradores hacen vida ofreciendo productos al turista. Lo que más vemos son paños blancos con cenefas de vivos colores, pequeños tambores de piel de cabra. Ya podemos oír el rugir del agua, y aunque no es temporada de lluvias y solo el 25% del agua pasa por su cauce original, ya que el resto alimenta la central que construida en los años 60 dio vida a Bahir Dar, el espectáculo la primera vez que las ves te pone los pelos de punta. Es ambiente el entorno, la luz idílica del atardecer, y aunque el hueco al que cae la cascada no está directamente iluminado por los rayos de sol, es suficiente para apreciar el vapor de agua que surge desde abajo.
Nos aproximamos a la parte baja, más humedad. Buenas fotos. No hay muchos visitante lo cual lo hace más íntimo. Jana y Marta (de la aldea de al lado)van detrás de mí todo el tiempo. Son dos niñas súper guapas, y no paran de insistir para que les compre algo.
Subimos para observar la caída del río desde otro ángulo. Antes de llegar al mirador cruzamos un puente suspendido que acentúa la sensación de aventura y que sirve para que a ruta de vista sea circular y no tener que volver sobre nuestros pasos. Desde este mirador el paisaje es extraordinario, no ya sólo por las cascadas sino por todo el entorno de campos y montañas que lo rodean.
Fértiles campos arados todavía con bueyes que hemos visto en nuestro camino. Arboledas. Montañas que parecen decorar más que interrumpir el horizonte de nuestra mirada. Además la luz del atardecer lo tiñe todo de una calidez a la q uno puedes escapar. Vamos a buen ritmo, pero no puedo por menos que suspirar un poco en varias ocasiones por la oportunidad que tengo de ver lo que estoy viendo. A veces Jama y Marta me sacan de mi estado, absorto al haciendo fotos o admirando, me traen de vuelta al mundanal comercio del souvenir y me recuerdan que debo comprarles algo. Aún me resisto pues no necesito nada de lo que ofrecen y sigo caminando.
El último hito de nuestro camino llego. Admirado de nuevo por descubrir pedacitos de historia intrépida de los descubridores y aventureros ibéricos del siglo XVI, me cuentan que ante mis ojos estoy viendo un puente portugués, que fue el primer puente construido sobre el Nilo Azul y que quinientos años después sigue dándole servicio a toda la comunidad rural que vive en los aledaños.
En el último tramo del circuito circular de unos 2/3kms alrededor de las cataratas claudico y le doy un precio por el paño que Marta me viene ofreciendo desde hace media hora entre risas e intercambio de preguntas sobre nuestros nombres países etc. Al final me llevo el pañito con cenefa amarilla. Si, es verdad, no lo necesitaba, pero ahora lo tengo en la mano y me gusta. También me gusta que el precio que he pagado es el que en el fondo no me importaba gastar, se ha quedado en 50Br ya que ella sabía que de no haber sido así no habría tenido ninguna venta.
Ya se nota la caída del sol. Entre montañas vemos el sol caer. Tomamos el 4×4 de vuelta a Bahir Dar. Vamos a intentar pasar por el mercado de la ciudad antes de embarcar de regreso a Addis Abeba. Última etapa y final de nuestro periplo por Etiopia. Me da tiempo a hacer un pequeño balance y ver lo satisfecho que estoy de la experiencia, lo completa que ha sido la cantidad de hitis que he visto, lo que he aprendido y sobre todo como ya ha entrado a formar parte de mi. Todo lo que uno conoce y se entrega de corazón a aprender al final, en su medida, firma ya parte de uno mismo.
Acabas de terminar de ver/leer la SEXTA parte de los seis capítulos o etapas (6/6) en las que he dividido el Viaje a Etiopía. Continúa viendo o regresa a la etapa anterior pulsando en los «Tuk-tuk-iconos».